sábado, 9 de febrero de 2013

'El labertino del fauno', el mágico paso de la infancia a la adolescencia - El Enigma Rosebud, solución

El 22 de septiembre del año pasado, ni más ni menos, os proponíamos este Enigma Rosebud. Nos encontrábamos en pleno Festival de San Sebastián y cinco afirmaciones nos daban los nombres de actores o títulos premiados en el festival. La inicial de cada uno de ellos daba como resultado una palabra clave para dar con el título. Las respuestas eran Federico Luppi, Audrey Hepburn, Ulrich Thomsen, Neds y One Eyed-Jacks. Las cinco letras dan como resultado fauno, así que rápidamente, a cualquiera le viene a la cabeza la fantástica El labertino del fauno.



Los cuentos son historias para niños, sí, pero tras de ellos se esconden mensajes universales de gran validez a todas las edades. Le ocurre a la Caperucita Roja, a El patito feo y también a El laberinto del fauno, una fábula mágica sobre el paso de la infancia a la adolescencia, sobre la imaginación y la creación de un espacio  de tranquilidad para olvidar nuestras preocupaciones (en este caso, el horror de la posguerra civil española y el odio hacia un padrastro despreciable). La película empieza y termina con el narrador, un conductor que resulta ser el misterioso fauno, la llave de Ofelia a ese mundo onírico y feliz en el que sí puede ser una princesa y no un cero a la izquierda.

Guillermo del Toro volvió al terreno que exploró en la muy estimable El espinazo del diablo y volvió a entrecruzar el conflicto bélico español más reciente con la fantasía -el género predilecto del mexicano-. La contienda es algo circunstancial, aunque en varios pasajes cobre un protagonismo es un mero hilo conductor para mostrar un contexto en que la infancia no es nada disfrutable y la niña protagonista se ve obligada a madurar a marchas forzadas y a sobreponerse a la situación. Del Toro evita en todo momento el maniqueísmo barato y se limita a erigir a un temible general franquista (excelente Sergi López) a la caza de los maquis escondidos en una Sierra de la geografía española.

El laberinto del fauno, co-producción hispano-mexicana, cuenta con un trabajo técnico impecable (dirección artística, vestuario, montaje...), donde destacan, sobre todo, dos aspectos: la fotografía y la música. Guillermo Navarro crea una atmósfera oscura, tenebrosa, gélida y grisácea, como los tiempos que corrían en este país por aquella época; las tres pruebas de Ofelia transportan, con ayuda del magistral trabajo de fotografía, a un mundo onírico, con una gran paleta de colores y unos espacios perfectamente iluminados. Por otro lado, Javier Navarrete firmó una banda sonora envolvente, llena de fantasía, misterio y mágica, con un tema principal tan reiterativo -en su buen sentido narrativo- como funcional. Como dije en su momento, una de las diez mejores bandas sonoras de la década pasada.

Ahora bien, por destacar, también destaca (y mucho) el talento interpretativo de la jovencísima Ivana Baquero, que en la mayoría del metraje lleva el peso de la película y su interpretación respira naturalidad por los cuatro costados. El reparto también incluye a una brillante Maribel Verdú -¡qué dominio del acento!- y una loable Ariadna Gil. La película logró ser un éxito de taquilla y obutov una estupenda recepción por parte de la crítica. Entre su galería de premios cabe destacar los tres Oscar (fotografía, dirección artística y maquillaje) que ganó de seis (perdió música, guión original y el de mejor película extranjera frente a la magistral La vida de los otros, en otro año, sí hubiera vencido) y siete premios Goya, más cabezones que la  mejor película (Volver).

Los celos, la rabia y el odio podrán quitar muchas vidas. Pero nada, ni la propia muerte, podrá cercenar los deseos ni los sueños de nadie. La guerra destruye muchos anhelos a su paso, pero la imaginación y la creatividad siempre siguen siendo fieles compañeros del ser humano. Un guión sin fisuras, una puesta en escena de gran inteligencia visual y una propuesta de abundante magnetismo;  El laberinto del fauno posee uno de los finales más tristes y esperanzadores de la década pasada, de aquellos que dejan con una sonrisa y lágrimas en los ojos durante los créditos finales. En definitiva, la película respira mucho talento y una magia deslumbrante.

PD: Evidentemente, no se podía terminar este especial sin poner ese magnífico tema principal de la banda sonora de Navarrete.

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