martes, 27 de marzo de 2012

'Cinco metros cuadrados', crónica de un descalabro anunciado

Hace unos meses atrás, concretamente en noviembre, se estrenó la última ganadora del Festival de Málaga (mejor película, actor, actor secundario, guión y premio de la crítica). Hablo de Cinco metros cuadrados, el tercer trabajo del director madrileño Max Lemcke tras Mundo fantástico y Casual Day. La película narra la historia de un joven matrimonio de clase media que compran un piso de recién construcción con una hipoteca a 40 años. Poco antes de tener que entrar a vivir, el edificio continua sin terminarse y es precintado, paralizándose así las obras del inmueble. El matrimonio se verá afectado por el drama de la vivienda.


Enmarcada dentro del drama social español más vivo y loable como el paro de Los lunes al sol o el maltrato doméstico en Te doy mis ojos, Cinco metros cuadrados hace lo propio con la burbuja inmobiliaria y los primeros efectos de la crisis económica actual. Lemcke presenta una sólida, estudiada, visceral y triste crónica del drama de la vivienda con unos personajes fuertes y una puesta en escena sobria, perfectamente ejecutada. El director opta por una dirección elegante, con un engranaje ideal y una combinación de planos inteligente (abiertos en la esplendor del futuro y cerrados en la decadencia del presente realista). Lemcke se sirve además de referencias a El pisito, del humor negro patrio y de un reparto en estado de gracia.

El guión, obra de Pablo y Daniel Remón, es lo más redondo de todo el film. Un texto lleno de matices, tramas  excelentemente entrelazadas que rezuman veracidad y con unos diálogos portentosos. El conjunto cobra muchas más fuerza con los personajes, un matrimonio feliz que se lanza a la deriva al hipotecar, no su casa, también su futuro, su felicidad, su amor y su estabilidad emocional y racional. Con ellos, Lemcke realiza esta crónica de la clase media española de la década de los dos mil (al menos del primer lustro) en que la burbuja inmobiliaria daba muchas alegrías y todo se fue diluyendo hasta el derrumbamiento de lo que un día fue y lo que, realmente y tristemente es hoy. Un retrato duro, descarnado, sin fisuras, que pone de relieve la hipocresía de esa sociedad: sus ventajas y desventajas. Sus personajes no son meras piezas en este castillo de naipes como si fueran tochanas en un muro derrumbándose. Son un pilar fuerte, son la esencia de Cinco metros cuadrados. El realismo de su construcción, la veracidad de sus actos, la verosimilitud de sus diálogos y la emoción de su devenir los convierten, terriblemente, humanos y perfectos. Con ellos, sobre todo, con Álex, es imposible no emocionarse, no derrmar lágrimas con su sufrimiento e irracionalidad.

Y ellos no serían lo mismo sin una de las parejas más importantes del audiovisual español, tanto en televisión (la serie Aquí no hay quien viva) como múltiples películas (Al final del camino...) y ahora aquí: Fernando Tejero y Malena Alterio. El primero hace la mejor interpretación de su carrera y de las mejores de todo el año: Tejero borda el papel y dota a su personaje de unos matices excepcionales. Por su lado, Alterio hace lo propio y sumerge a su Virginia en un mar de dudas y desgarro. Ellos dos tienen el protagonismo absoluto, pero están acompañados por un elenco secundario excelente: Emilio Gutiérrez Caba, Jorge Bosch, Secun de la Rosa... 

Cinco metros cuadrados es una película imprescindible, no por ser perfecta, pero sí porque es redonda, realista y triste. Sí, por estas razones. No aspira a más, ni lo es, claro. Pero su resultado es una de las mejores películas españolas del año y la más infravalorada de todas (ninguneada injustamente por los Goya). Una profunda crónica del descalabro más que anunciado de la burbuja inmobiliaria y sobre el hundimiento de esa sociedad que la propulso, la agradeció, la santificó y la padeció (y padece). 

Lo mejor: El guión, redondo como pocos

Lo peor: Inexplicabemente, no conecto con buena parte de su público potencial

Nota: 8


PD: No me cansará de decir que es de este cine español, el mayoritario, por el cual yo lucho, a mi modo claro, y defiendo que es de las mejores cinematografías. Porque vaya, supongo que ésta "tampoco parece española". En fin, habría que callar muchas bocas y empezar a valorar en serio lo que tenemos en nuestro país. La cuestión, ¿os gustó la película?

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