lunes, 5 de diciembre de 2011

'La naranja mecánica', una obra maestra rabiosamente actual - El enigma Rosebud, solución

Parece que el último Enigma Rosebud os ha costado un poco más que los anteriores. Ciertamente como digo en mis enigmas, era complicado para los que no hayáis visto La naranja mecánica de Stanley Kubrick, pero fácil para los que sí: ese fotograma es del final cuando la técnica Ludovico fracasa ante el mantenimiento del sistema y toda la alta sociedad aplaude el comportamiento de nuestro protagonista. Es nuestro especial de hoy porque cumple 40 años.


La naranja mecánica puede analizarse desde muchos puntos de vista y yo brevemente pretendo hacerlo desde el cinematográfico y el social. Muchos ya sabréis cual es su argumento: Alex y sus compañeros (a quienes les llama drugos) se dedican a realizar actos vandálicos por una Inglaterra del futuro sin piedad. Un buen día, Alex -a traición de sus amigos- es capturado por la policía y el Estado lo escoge como conejillo de indias para investigar una cura científica de la criminalidad.


Antes que nada tengo que deciros que esta fue mi primera película de Stanley Kubrick, que rápidamente pasó a ser una de mis películas favoritas y a glorificar al maestro inglés como mi cineasta favorito de todos los tiempos. La vi, como la mayoría han hecho, en la adolescencia cuando los temas que trata empiezan a impregnarte en tu razón y tus pensamientos. Y, como no, cualquiera queda fascinado (o horrorizado, en el buen sentido) por la historia, la fuerza de varias imágenes y la majestuosidad visual de Kubrick.

Evidentemente, lo que más llama la atención de esta obra maestra -fuera de la fuerte carga de crítica social- son sus escenas de violencia -muy explícitas- y las sexuales. De hecho, éstas causaron bastante revuelo en su estreno en 1971 y la película se proyectó en E.E.U.U. con calificación para mayores de 18 años, Kubrick retiró voluntariamente la película en el Reino Unido -tras un ataque a un indigente y una violación donde se cantó I'm singin in the rain como en las famosas escenas del film- y, en nuestro país, claro está, hasta el fin de la dictadura no puedo verse.

Pero, sin duda, sin esas escenas la película no sería lo mismo. Y si la dictadura española no la

estrenó no fue, en realidad, por esta razón, sino por su crítica social. Una crítica que, como cualquiera gran obra de ciencia ficción, es desgraciadamente muy actual. No deja títere con cabeza, es una inmensa sátira contra el sistema de la sociedad occidental: la corrupción política, el abuso de poder el orden establecido, el uso de la represión -censura de activistas- y la fuerza, el pasotismo de la sociedad en general, la despreocupación por los marginados sociales -mendigos, chavales con fracaso escolar- y, sobre todo, los regímenes totalitarios. Y es que cada vez más, estamos en una democracia donde nos encaminamos hacia esta crónica futurista de nuestra sociedad en que las clases altas y el poder político tendrán margen de actuación y la represión de contrarios será el pan de cada día.


Así pues, si la técnica Ludovico -técnica científica para curar a los criminales mediante experimentos- fracasa no es porque Alex sea intratable, sino porque el sistema es estático, manejado por cuatro políticos y sustentado por una sociedad sin capacidad crítica ni luchadora de sus libertades.

Stanley Kubrick refuerza la excelencia de la obra en que se basa, La naranja mecánica es una novela del escritor Anthony Burgess, con su habitual poderío visual, su magistral manejo de la cámara (planos perfectos, otros simétricos, movimientos brillantes) y un ritmo dinámico. Además, tiene otros tres pilares más: la excepcional interpretación de Malcolm McDowell, una perfecta combinación de temas musicales clásicos (con gran predilección de Beethoven) y un montaje sobresaliente, sobre todo por la vuelta de tortilla final con los dos periplos de Alex. La naranja mecánica se llevó los premios de la crítica de Nueva York, los Oscar y los Globo de Oro fueron para la inferior The french connection, pero esta película no precisa de premios para ser lo que es.

Una obra de arte en mayúsculas, una película de culto eterna y una de las mayores críticas al sistema de toda la historia del arte.

Acabo con un vídeo homenaje al film al son de la novena sinfonía (cuidado spoilers):



3 comentarios:

  1. Esta película es una obra maestra.
    Como tú vi esta película en la adolescencia y entonces el resultado es un gran impacto y la captación de la crítica pero de una manera muy superficial.

    La he visto como tres veces y cada vez me fascina más, es una crítica social muy potente y exhaustiva; no puede haber tratamiento para "normalizar" y reinsertarte en la sociedad porque es una sociedad loca. El método/sistema no funciona.

    En definitiva, una suerte de película.

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  2. Recuerdo el gran alboroto que causó el estreno de esta película en España allá por el año 1977. Desde entonces creo que sólo la he visto otra vez (no es el tipo de film que se prodigue en TV) y hace demasiado tiempo como para poder hacer un análisis preciso de ella. De todas maneras el impacto que me produjo fue enorme y recuerdo especialmente la visión tan pesimista que Kubrick plantea sobre el género humano (tanto el individuo como el poder). La crítica de Alain me parece magnífica y me alegra que las nuevas generaciones descubran obras maestras como ésta.

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  3. Yo como Gustau la vía cuando la estrenaron en España. yo ya no estaba en la adolescencia pero sí en la primera juventud y fue una película que me impactó muchísimo. Primero porque no estábamos habituados a este tipo de escenas tan explícitas. Y después por su gran crítica, como dice Gustau, sobre la sociedad. Quién es peor en su violencia? el horrendo personaje de Alex? o aquellos que cuando él se ha "reconvertido" actúan igual que lo hacía él antes pero según ellos dentro del orden establecido??

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